El arte escénico ha sido detenido y obligado a digitalizarse por tiempo indefinido. ¿Cómo se hace para sentir el sudor del elenco y respirar con ellos, si tenemos una pantalla y un sin número de ruidos externos que me diluyen la atención? ¿Cómo hago para transportarme a ese mundo imaginario que fue concebido para ser recreado por una maquinaria escénica presencial? Es cierto que el teatro sucede con el público. ¿Pero que pasa si dejamos que aparezca esta fusión de multimedia, video, actuación, conciertos virtuales y danzas en las salas de los apartamentos? ¿Qué tipo de arte es este? Crear desde los espacios cotidianos con los recursos que tenemos a mano: mi teléfono inteligente, mi instrumento y mi casa es el inicio de un no rotundo a dejar morir la imaginación. El arte te escoge y es un niño pequeño caprichoso. No vas a escaparte. Un artista no puede solo detenerse de crear porque está sucediendo una pandemia, necesita hacer su arte o se enferma. Una sociedad no puede dejar de imaginar solo porque lo primordial en este momento es la salud. Necesitamos imaginar. Punto. Esto no se detiene acá.
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